Relato Político

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El relato es una estrategia de comunicación política. Sirve para transmitir valores, objetivos y construir identidades. Es una historia persuasiva que actúa a modo de “marca” de un partido, líder o gobierno. Moviliza, seduce, evoca y compromete mediante la activación de los sentidos y las emociones. Confiere identidades de “nosotros” y “ellos”, define objetivos y propone una visión del pasado, del presente y del futuro (D’Adamo y García Beaudoux, 2013)[1]. Es eficiente como modo de comunicación porque los seres humanos, desde el punto de vista cognitivo, son particularmente aptos para procesar narrativas y para comprender las explicaciones brindadas en ese formato (Lakoff, 2008)[2] storytelling o narración de historias es la principal técnica que se utiliza en la construcción de relatos. Una de sus principales tácticas es el reframing o reencuadre, entendido como el proceso de alterar el significado atribuido a una situación cambiando el contexto o marco a través de cual se la presenta y experimenta (D’Adamo y García Beaudoux, 2013)[1].

Elementos de la estructura del relato politico

Un relato bien estructurado es “la novela del poder”. Se ha propuesto un conjunto de once categorías que conforman la estructura del relato político (D’Adamo y García Beaudoux, 2013)[1]:

  1. Conflicto y antagonismo: El relato se construye en torno a un conflicto entre actores antagónicos, utiliza la lógica “amigo.-enemigo” y los esquemas binarios para elaborar justificaciones.
  2. Valores: No se funda sobre temas concretos, sino en unos valores generales que sirven, luego, para referenciar y enmarcar temas específicos.
  3. Escenificación del liderazgo: Los relatos colaboran en la definición de estilos personales de liderazgo a partir de ciertas claves que se repiten y van delineando una forma determinada de comunicar de un individuo. Frases, palabras, colores, elementos de la vestimenta, lugares, instituciones, recuerdos de logros y momentos emotivos que jalonen una historia compartida.
  4. Visión: Los líderes propician el cambio mediante la construcción de una visión de futuro. La visión provee al líder la capacidad de inspirar, estimular a los seguidores y conceptualizar para ellos la situación y el rumbo, remarcando valores, el fortalecimiento del grupo, la generación de altas expectativas de logro y la promoción de una identidad colectiva (Nanus, 1994)[3].
  5. Retórica y lenguaje: Los relatos usan un “lenguaje aspiracional” (Luntz, 2007)[4] que permite que los individuos visualicen cómo cambiarían sus vidas y la sociedad en la que viven si la visión se concretara. Se emplea un discurso épico atravesado por sucesivas confrontaciones de los “buenos” y los “malos”.
  6. Mitos: En la construcción del relato la recurrencia a mitos es central. Los mitos son historias o eventos, reales o imaginarios, que iluminan ciertos valores clave de una sociedad o grupo. Son explicaciones culturalmente compartidas, que actúan como puntos de referencia y cohesionan identitariamente a los grupos (García Beaudoux, D’Adamo y Slavinsky, 2011)[5]. Los mitos se vinculan con una constelación de factores: ideales, historias comunitarias, gestas individuales, sirviendo de apoyatura a las construcciones sociales ulteriores (D’Adamo y García Beaudoux, 1995)[6].
  7. Símbolos: Son vías compendiadas para comunicar significados. Su capacidad para despertar emociones es lo que los vuelve útiles. Se evitan razonamientos críticos y se transmiten ideas complejas de un modo simple: la balanza de la justicia, las cadenas rotas de la libertad o la “V” de la victoria son símbolos rápida y fácilmente comprensibles
  8. Recurrencia a líneas argumentales familiares e instaladas en la cultura popular: Las narrativas que mejor funcionan son las que cuentan con fuerte arraigo en la cultura de una población, formatos y tramas familiares a todos. Las metáforas son elementos de fundamental importancia en la construcción del relato, suelen ser la base sobre la que se cimienta. Una metáfora es una transferencia de significados. Ayuda a explicar algo nuevo en términos de algo conocido. Por ejemplo, si un gobierno construye su relato sobre la metáfora “la política es un juego de azar”, aparece una serie de transferencia de significados: apuesta, emoción, pérdidas y ganancias (Núñez, 2007)[7]. Existen narrativas conformadas por guiones culturales clásicos: el héroe, la víctima y el villano; la batalla del bien contra el mal; fortaleza versus debilidad; justicia e injusticia; libertad y opresión.
  9. Activación de los sentidos y 10. activación de las emociones: el relato, para ser eficaz, debe activar tanto los sentidos como las emociones. Se atiende mucho más a las historias con fuerte carga emocional que a las informaciones asépticas, ya que despiertan la identificación afectiva.
  10. Moralejas: Los relatos incluyen alguna moraleja que ilumina el modo de enfrentar un problema. En el caso de los relatos políticos, la moraleja suele ser siempre la misma: los actores se presentan como los únicos garantes de un estado de cosas que encarna todo lo positivo, por lo que la conclusión “natural” es la necesidad de que la gente dé su apoyo para perpetuar a los protagonistas en el poder.

 

Tramas del relato político

Algunas de las tramas prototípicas del relato político son:

  1. El desafío: el protagonista enfrenta un inconmensurable reto pero, finalmente, tiene éxito en la tarea (Heath y Heath, 2007)[8]
  2. La conexión: capacidad de un individuo para desarrollar relaciones que vencen alguna frontera (Heath y Heath, 2007)[8]
  3. Relato visionario: vuelve tangibles objetos que parecen lejanos y abstractos  (Núñez, 2007)[7]
  4. Relato educativo: ilustra, mediante ejemplos y parábolas, las habilidades que podrían alcanzarse (Núñez, 2007)[7]
  5. Valores en acción: se muestran progresos y beneficios alcanzados por quienes han aceptado el mensaje (Núñez, 2007)[7]
  6. Trama del cambio: se centra en la promesa de un cambio (D’Adamo y García Beaudoux, 2013)[1]
  7. Trama del emancipador: el protagonista otorga derechos antes denegados y libera de opresiones (D’Adamo y García Beaudoux, 2013)[1]
  8. Trama reivindicativa: el protagonista restituye derechos y valores sustraídos a un grupo (D’Adamo y García Beaudoux, 2013)[1]

Fases en la construcción del relato político

  1. Fase embrionaria: recurrencia a valores compartidos, que se vinculan con algún momento del pasado, no necesariamente exitoso aunque sí idealizado. En esta fase se construye el relato de origen que explica la “nueva realidad”. Se omiten los desaciertos y se crean nudos idealizados que se transformarán en puntos de referencia, a los que se volverá una y otra vez. Hay alusión permanente a un discurso opositor que representa todo lo malo.
  2. Fase de consolidación: suele tener lugar como consecuencia del triunfo electoral, fuente legitimadora. Discursivamente, se unen los logros actuales con los momentos del pasado que se reivindicaron en la fase anterior. Comienza a perfilarse un código discursivo propio. La división entre enemigos y seguidores se torna irreductible. Hay “movimientos de conversión”. Actores inicialmente alineados con otras fuerzas políticas, se convierten a la causa y se transforman en defensores del relato. Quienes no se convierten son hostilizados. Se acuñan neologismos, se procede a la descalificación sistemática de los “otros” y al ensalzamiento del “nosotros”, se utiliza el silencio como recurso, la exaltación como recurrencia, se ejerce presión sobre medios de comunicación opositores. El relato es comunicado y reforzado mediante acciones de propaganda a través de los medios estatales y para-estatales. La veracidad deja lugar a la verosimilitud. El razonamiento a la emotividad, y la complejidad a la simplificación. Cuando eso se logra, el relato se encuentra consolidado. Será apoyado por una parte importante de la ciudadanía-audiencia, que no lo cuestiona y lo acepta de manera acrítica. Se torna hegemónico y se convierte en el parámetro usado para comprender y explicar todo lo que sucede y sucederá
  3. Fase de deterioro: el relato se cronifica en una retórica plagada de repeticiones, estereotipos y etiquetas; se vuelve rígido y no admite los cambios propios de la política. Aumentan la agresividad y la confrontación en las comunicaciones públicas. Adquiere una estructura de dogma en la cual existen agentes personales o institucionales que catequizan sobre sus virtudes y acerca del valor de la lealtad de sus adherentes-devotos.
  4. Fase de colapso y desarticulación: distintas voces intentan fallida y desarticuladamente explicar las contradicciones cada vez más frecuentes. Se pierde la mística. Se niegan u omiten los conflictos. Se dirige sólo al propio núcleo duro. Aumentan la agresividad y la victimización. En circunstancias favorables puede tener lugar una suerte de “reciclamiento fallido”, en el cual se recupera temporalmente parte de la mística y la capacidad explicativa del relato, la que sin embargo encuentra dificultades para sostenerse en el tiempo frente al desgaste acumulado de las fases anteriores. 

Funciones de los relatos

  1. Permiten a las personas integrar un colectivo social exitoso y obtener los beneficios de una identidad social positiva.
  2. psicológicamente, proveen “certidumbres”, actúan como ansiolíticos sociales.
  3. son poderosos heurísticos cognitivos (Kahneman, 2011)[9]. Por ejemplo, los que enfatizan la polarización, por su poder simplificador.

Si deseas ampliar y ver ejemplos de la política real de los conceptos anteriormente señalados, puedes acceder al siguiente link: "Instituto de Iberoamérica. Conferencia Comunicación de Gobierno análisis del discurso y proceso de toma de decisiones. Profesor Dr. Orlando DAdamo. Universidad de Belgrano. Argentina. Plató USAL TV. Febrero 2013 < http://tv.usal.es/videos/1058/instituto-de-iberoam%C3%A9rica.-conferencia- >"

Más información relacionada en la Revista Más Poder Local, 9: "Relato Político" < http://www.maspoderlocal.es/files/articulos/52-F4f58dafe521331223294-articulo-1.pdf

Véase también

Referencias

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 1,5 D’Adamo, O. y García Beaudoux, V. (2013) Arquitectura del relato político. Storytelling al servicio de la comunicación política. En: I. Crespo y J. del Rey (Eds.), Comunicación Política y Campañas Electorales en América Latina. 55-68. Buenos Aires: Biblos.
  2. Lakoff, G. (2008). The Political Mind. Nueva York: Viking.
  3. Nanus, B. (1994). Liderazgo Visionario. Barcelona: Granica
  4. Luntz, F. (2007). Words That Work. Nueva York: Hyperion.
  5. García Beaudoux, V.; D’Adamo, O. y Slavinsky, G. (2011). Propaganda Gubernamental. Tácticas e Iconografías del Poder. Buenos Aires: La Crujía
  6. D’Adamo, O. y García Beaudoux, V. (1995). El Argentino Feo. Una aproximación psicosocial al estudio de la identidad nacional. Buenos Aires: Losada
  7. 7,0 7,1 7,2 7,3 Núñez, A. (2007). Será Mejor que lo cuentes. Los relatos como herramienta de comunicación. Storytelling. Barcelona: Empresa Activa
  8. 8,0 8,1 Heath, C. y Heath, D. (2007). Made to Stick. Nueva York: Random House
  9. Kahneman, D. (2011). Thinking, fast and slow. Nueva York: Penguin Books


Autor de esta voz

Orlando D’Adamo y Virginia García Beaudoux