Barreras comunicativas

De WIKIALICE
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Sé que cree comprender lo que piensa que he dicho, pero lo que recuerda haber oído no es lo que yo quería decir. Frecuente en lo privado, esta no-comunicación se amplifica en lo público. Interactuando con una amplia gama de interlocutores, canales, códigos y contextos, el actor político opera con mensajes que, dada su naturaleza política, persuaden desde lo opinable. Ubicados en la deliberación, no argumentan acerca de lo evidente, sino que pretenden estimular, movilizar y vincular la voluntad del Otro Político desde lo verosímil o plausible. Así, el actor político trata de transmitir un mensaje eficaz que, reduciendo la brecha entre lo que se quiere decir y el mensaje decodificado por quien lo recibe, promueva la acción cooperativa hacia un objetivo común. Siendo la comunicación política la herramienta clave del actor político, reducir el sesgo generado por las principales barreras comunicativas es esencial para una comunicación persuasiva.

Dado que todo comportamiento tiene valor comunicativo, la esencia de la comunicación política reside en su naturaleza de proceso de relación psicosocial entre unos actores políticos que interactúan bajo el influjo de un efecto orquestal de causalidad circular. Desde un enfoque interaccional, sistémico [abierto] y pragmático de la comunicación política, ésta puede ser vista como una orquesta compuesta por unos actores políticos que participan en ella mediante una partitura invisible y polimórfica, pero de la que no son origen ni causa. Entendiendo la comunicación política como interacción social consistente en un intercambio de información para influenciarse mutuamente de un modo persuasivo, el concepto de barrera comunicativa queda configurado por aquellos obstáculos psicológicos que impiden compartir una misma perspectiva interpretativa del mensaje, reduciendo así la potencial capacidad de influencia del emisor sobre el comportamiento político y electoral del receptor. Como factores que impiden que la intención comunicativa del emisor coincida con el mensaje decodificado por el receptor, los efectos negativos de estas barreras comunicativas se explican en base a cinco axiomas comunicacionales. Sabiendo que lo no comunicado no existe, la comunicación entre actores políticos siempre:

  1. Implica influencia mutua mediante sus comportamientos porque, voluntariamente o no, crean comunicación: es imposible no comunicar. Además y dado que la “totalidad comunicacional” es más que la suma de sus partes componentes, un cambio en una parte del sistema comunicacional modifica el todo.
  2. Genera significado operando en los niveles de contenido y relación: lo que dicen, la estructura y significado de lo dicho, lo que no dicen (comunicación no verbal) y el contexto en el que intercambian mensajes.
  3. Se articula digital y/o analógicamente mediante códigos compartidos: mientras el contenido [qué] se transmite de forma verbal, lo relacional [cómo] se transmite de forma no verbal.
  4. Establece un patrón de intercambio que organiza sus comportamientos [puntúan la secuencia de los hechos], estableciéndose una relación de causalidad circular, un juego de interdependencia en forma de ciclo comunicacional retroalimentado que no responde a una lógica lineal.
  5. Origina dos tipos de relación: simétrica (basada en la igualdad) o complementaria (basada en la diferencia).

Atendiendo a estos axiomas comunicacionales, para que la comunicación política sea eficaz es necesario que sea emitida conforme a la intención comunicativa del emisor, captada la atención del receptor, percibida [interpretada] en la forma prevista por el emisor y recordada cuando el receptor decida su comportamiento político. Estas cuatro condiciones se corresponden con las principales barreras comunicativas, tanto del emisor (la primera), como del receptor (las tres restantes).

Elocuencia política

Esta barrera comunicativa determina la distancia existente entre el mensaje intencional del emisor y el mensaje emitido. La habilidad retórica [arte del bien decir elocuente] y dialéctica [arte de dialogar argumentando] del emisor determinan que lo que quiera decir y hacer coincida con lo que diga y haga. Para reducir el efecto distorsionador de esta barrera comunicativa es importante disponer de un relato político bien construido [por redactores de discursos] y narrado en base a un storytelling que construya identidades políticas compartidas. Dado que el lenguaje construye socialmente la realidad, ésta existe en función de cómo es nombrada: construir relatos, además de expresar pensamiento político, lo forma.

Las tres barreras comunicativas del receptor se corresponden con tres de sus procesos cognitivos básicos:atención, percepción y memoria. 

Atención

La habilidad para atraer la atención del receptor determina la distancia existente entre el mensaje emitido y el captado [lo que efectivamente es atendido y considerado]. Como proceso cognitivo, la atención permite al actor político orientar sus recursos cognitivos a eventos importantes, focalizarse en unos estímulos y concentrarse bajo parámetros de intensidad, estabilidad y ciclicidad. Debido a la sobreestimulación informativa a la que está expuesto [infoxicación], dispone de la atención para seleccionar lo necesario y lograr una respuesta eficaz. Como barrera comunicativa, la atención no es un proceso unitario ni estático, sino un conjunto activo de mecanismos coordinados y basados en la experiencia aprendida, cuya función es guiar el foco atencional y seleccionar los estímulos relevantes del marco (frame) para alcanzar unos objetivos acordes con las demandas comunicativas del medio. El papel de la atención como barrera comunicativa por tanto, dependerá de la capacidad del actor político para aprehender (número de elementos evocados tras serle presentada la información), focalizar (enfocar la atención hacia un estímulo y responder); sostener (mantener una respuesta consistente durante un periodo de tiempo); seleccionar (ejecutar una tarea en presencia de distractores, eligiendo la información relevante a procesar); alternar (cambiar el foco atencional entre tareas con requerimientos cognitivos diferentes) y dividir (distribuir recursos atencionales entre diferentes tareas).

Percepción

La capacidad de persuasión sobre la percepción del receptor determina la distancia existente entre el mensaje captado y el percibido [lo que se oye y/o se escucha y se ve y/o se mira]. Como proceso cognitivo, la percepción permite al actor político formarse una imagen mental del mensaje captado en base a sus necesidades y experiencias, constituyendo el resultado de un proceso de selección, interpretación y corrección de los estímulos. Siendo un proceso activo en el que, antes de procesar la nueva información, el actor político construye un esquema informativo anticipatorio para contrastar el estímulo y aceptarlo o no, según se adecue a lo propuesto por el esquema previamente aprendido, la percepción es subjetiva, selectiva y temporal. Así pues, percibir incluye el cómo se interpreta la información captada, es decir, el encuadre (framing) resultante que dota de significado a la información captada para que pueda operarse con ella mediante un proceso subjetivo, selectivo, constructivo e interpretativo. Los factores que determinan el efecto distorsionador de la percepción como barrera comunicativa son las expectativas (suposiciones basadas en lo incierto), los estereotipos (categorizaciones simplificadas), los prejuicios (falacias anticipadas), las actitudes (predisposiciones políticas), las creencias (lo «verdadero») y/o los valores. El sumatorio del sesgo asociado a cada uno de estos constructos mentales determina la distancia existente entre lo captado y lo percibido porque son los principios fundamentales que orientan el comportamiento político en la medida que reflejan ideales, intereses, preferencias, aspiraciones y convicciones.

Memoria

La capacidad para utilizar las experiencias, informaciones y conocimientos determina la distancia existente entre el mensaje percibido y el recordado [lo efectivamente evocado y utilizado cuando el receptor decide su comportamiento político]. Como facultad para retener y evocar el pasado, la memoria almacena los conocimientos y las interpretaciones que hace de ellos el actor político. Como proceso cognitivo, la memoria es el registro de la experiencia que subyace en el aprendizaje. Cuando aprende, el actor político adapta su comportamiento a la experiencia y lo consigue mediante los registros permanentes retenidos en su memoria, operando en tres fases: codificación [clasificar la información], almacenamiento [guardarla] y evocación [recuperarla]. Como barrera comunicativa, la memoria se relaciona con el olvido o incapacidad para evocar un recuerdo en el momento de decidir el comportamiento político y cuya recuperación aumentaría la capacidad de influencia del emisor. Por tanto, la memoria deviene en barrera comunicativa en el caso de la memoria a largo plazo y en relación a información objetiva (memoria declarativa), conocimientos asociativos (memoria semántica), experiencias (memoria episódica) y/o hábitos y costumbres (memoria procedimental). Esta memoria a largo plazo es fundamental para comprender: el actor político sólo comprende aquello que puede relacionar coherentemente con lo que ya conoce y recuerda. Sólo cuando coincide lo captado, lo percibido y lo recordado, el mensaje adquiere sentido. Si se carece de los conocimientos que permiten interpretar lo observado, se acude por analogía a situaciones conocidas y se deduce la información que falta. Así, la comprensión es un proceso constructivo que, a partir de ciertos datos del mensaje y de la información memorizada, tiene como objetivo la interpretación de aquéllos.

Véase también



Autores de esta voz

Jorge Guerrero García y Mª Ángeles Manzano Fernández