Circunscripción electoral
Unidades en las que se organiza el cuerpo electoral a los efectos de la elección de sus representantes. La territorialidad es el criterio de uso generalizado en la delimitación de las circunscripciones electorales. No obstante, en algunos sistemas se conforman, además, algunas circunscripciones sobre una base comunal, con el objetivo de garantizar la representación de minorías nacionales (étnicas, lingüísticas o religiosas). Escaños reservados a las minorías nacionales y que son elegidos por los miembros de sus respectivas comunidades los encontramos en los parlamentos nacionales de Eslovenia y Nueva Zelanda, entre otros.
La magnitud de las circunscripciones y sus efectos
En función de su magnitud, es decir, del número de representantes que se van a elegir, las circunscripciones pueden ser uninominales, con un único escaño y plurinominales, con la elección de varios representantes. Aunque los términos «circunscripción» y «distrito» se suelen emplear como sinónimos, en la lengua anglosajona normalmente se emplea el término de «distrito» para referirse a las unidades en las que se elige un único representante y el de circunscripción para las de mayor magnitud.
Históricamente, los distritos uninominales fueron la forma más utilizada en las elecciones parlamentarias de los sistemas representativos del xix, con fórmulas mayoritarias. No obstante, la adopción de las fórmulas proporcionales desde finales del siglo xix y principios del xx menguó el uso de las circunscripciones uninominales. Los distritos uninominales se asocian exclusivamente a fórmulas mayoritarias. En contraposición, en las circunscripciones plurinominales se pueden aplicar tanto fórmulas mayoritarias como proporcionales para proceder al reparto de los escaños, si bien en la actualidad es más frecuente la utilización de fórmulas proporcionales. Las circunscripciones plurinominales pueden variar ampliamente en su magnitud en un mismo sistema electoral. En las elecciones legislativas de América Latina es muy frecuente que exista una gran variabilidad en la magnitud de las circunscripciones. En Europa, España se sitúa como la democracia con la variación más alta en la magnitud entre circunscripciones (Monroe y Rose, 2002)[1]. Así, en las elecciones a la Cámara baja española de 2011 el número de diputados a elegir por distrito osciló entre 2 y 36. A pesar de esta gran variabilidad en la magnitud de las circunscripciones en un mismo sistema, la investigación electoral utiliza con frecuencia la magnitud media de los distritos –resultante de dividir el número total de escaños en juego por el número de circunscripciones– para caracterizar un sistema electoral.
La magnitud de los distritos tiene, entre otros, efectos importantes sobre el grado de proporcionalidad o de adecuación entre la proporción de votos y escaños obtenidos por cada candidatura (Rae, 1967[2]; Lijphart, 1995[3]). En los sistemas proporcionales, cuanto más reducida es la magnitud de los distritos, mayor es la desproporcionalidad del sistema, en favor de los grandes partidos. Para capturar este efecto, las circunscripciones plurinominales se suelen clasificar, atendiendo al número de escaños, en distritos de baja (entre 2 y 5), mediana (entre 6 y 10) y de alta magnitudes (10 o más escaños). En este sentido, la utilización de fórmulas proporcionales en circunscripciones plurinominales de baja magnitud –como es el caso de las elecciones al Congreso español en las que la mayoría de distritos eligen a 5 o menos diputados– produce efectos altamente desproporcionales o mayoritarios, similares a los registrados en los sistemas de distritos uninominales con la fórmula de mayoría simple (The first past the post). El ejemplo clásico de su utilización es en las elecciones a la Cámara de los Comunes británica. Por el contrario, en los sistemas mayoritarios, cuanto más alta es la magnitud de de los distritos, mayor tiende a ser la desproporcionalidad de los resultados. La magnitud de los distritos puede tener también consecuencias importantes sobre la representación de las minorías.
Así, las circunscripciones de gran tamaño además de la proporcionalidad de los resultados, favorecen la elección de candidatos de las minorías nacionales (lingüísticas, religiosas y étnicas) y la representación de las mujeres. En éstas, al haber más puestos disponibles, los partidos tratan de equilibrar sociológicamente la composición de sus listas. Como tercera consideración y en relación a sus efectos, la magnitud de los distritos puede también tener consecuencias sobre la relación entre representantes y electores. En este sentido, se argumenta que las circunscripciones de alta magnitud disminuyen la visibilidad política de los candidatos y favorecen la estructuración del voto en términos partidistas. En el otro extremo, se argumenta que los distritos uninominales incrementan la visibilidad política de los candidatos y favorecen la emisión de un voto personal, es decir, de un voto basado no tanto en la afiliación política del candidato sino en sus cualidades personales. Estos además favorecen una relación más estrecha entre los representantes elegidos y los electores de su circunscripción, además de hacer posible la individualización de responsabilidades políticas.
Delimitación de las circunscripciones electorales y sus efectos
El número de circunscripciones en las elecciones a órganos colegiados puede oscilar desde una hasta igualar su número al de escaños en juego. En las elecciones parlamentarias de la mayoría de las democracias, el cuerpo electoral se distribuye en varias circunscripciones; las excepciones más significativas son las consultas legislativas de Israel, los Países Bajos y Perú –hasta 2009– en las que el conjunto del territorio nacional conforma una única circunscripción.
El principal criterio utilizado en la delimitación de las circunscripciones es sobre una base territorial, ya sea sobre demarcaciones político-administrativas pre-existentes o con la creación de divisiones ex novo. El principal problema que plantea la creación de demarcaciones electorales específicas es la práctica del gerrymandering, es decir, la delimitación de distritos electorales con un criterio partidista, con el objeto de favorecer o perjudicar a una determinada opción política.
El prorrateo electoral y sus efectos
En los sistemas con múltiples circunscripciones, se emplean diversos métodos de prorrateo electoral, es decir, de procedimientos para proceder al reparto de los escaños entre las diferentes circunscripciones. Los procedimientos son distintos, según se trate de circunscripciones creadas ex novo o sobre demarcaciones político-administrativas pre-existentes. En el caso de las primeras, es una ratio representantes/población previamente establecida, la que guía la delimitación de los distritos. En el caso de circunscripciones configuradas sobre demarcaciones político-administrativas preexistentes, se emplean tres métodos de prorrateo electoral: fijo, variable y mixto. En el procedimiento fijo, se asigna de forma automática un número determinado de escaños a cada circunscripción. Es el método habitualmente utilizado en las elecciones a las Cámaras Altas nacionales o de representación territorial. En una versión extrema de igualación territorial, cada uno de los territorios o circunscripciones, tiene el mismo número de representantes en la Cámara Alta, con independencia de la población. En el método de prorrateo electoral variable, los escaños son distribuidos entre las diferentes circunscripciones electorales, fundamentalmente en función de su población. Finalmente, en los sistemas mixtos, se combinan ambos métodos.
Estos son los más utilizados en las elecciones parlamentarias a las Cámaras bajas nacionales, como sucede en las elecciones al Congreso de los Diputados español. El prorrateo electoral puede producir desajustes entre la proporción de escaños y de la población que le corresponde a cada distrito, «malapportionment» en el lenguaje anglosajón. Estos desajustes violan el principio democrático «de un hombre, un voto», ya que el voto de los electores no tiene el mismo peso sobre el resultado final. Solamente los sistemas electorales con una única circunscripción producen una adecuación perfecta entre la proporción de escaños y de población. Por el contrario, en la mayoría de sistemas existen discrepancias entre la ratio de población y de escaños asignados a los distritos. Estas suelen ser bastante importantes en las elecciones a las Cámaras Bajas en América Latina, el Caribe y África. Entre las democracias europeas, España registra los niveles más altos de discrepancias (Samuels y Snyder, 2001)[4]. En términos comparativos, los sistemas de distritos uninominales arrojan mayores niveles de desajuste que los de circunscripciones plurinominales, debido, entre otras razones, a la reticencia de los representantes a proceder al reajuste de los límites territoriales de sus distritos entre elecciones, dando lugar a una segunda modalidad de gerrymandering. Por el contrario, en los sistemas de circunscripciones plurinominales, el proceso de ajuste normalmente se produce de forma automática antes de cada convocatoria.
Véase también
Referencias
- ↑ Monroe, B. y Amanda R. (2002): «Electoral Systems and Unimagined Consequences: Partisan Effects of Districted Proportional Representation». American Journal of Political Science, 46, 1, 67-89.
- ↑ Rae, D. W. (1967): The Political Consequences of Electoral Laws. New Haven; Yale University Press.
- ↑ Lijphart, A. (1995): Sistemas electorales y sistemas de partidos en veintisiete democracias, 1945-1990. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.
- ↑ Samuels, D. y Snyder, R. (2001): «The Value of a Vote: Malapportionment in Comparative Perspective». British Journal of Political Science, 31, 651-671.
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