Humor y comunicación política
El humor es un tipo de lenguaje que convoca, refuerza, discute o burla sentidos que permite la recuperación de ciertos discursos periféricos al uso serio y correcto del lenguaje político. La deformación humorística se revela como un mecanismo que contribuye a dinamitar sentidos cristalizados del lenguaje a trastocar los géneros de distintas esferas de la organización cultural, a parodiar «las formaciones discursivas que aparecen cristalizadas y son propias de un tipo social (Jitrik, 2006)[1].
La comunicación política apela al humor principalmente para denunciar, concientizar y plantear las necesidades de los ciudadanos con un lenguaje diferente respecto del lenguaje cotidiano esperable en lo político. No obstante, y especialmente en la comunicación gubernamental, el humor puede estar asociado a un uso que apele a la generación de climas psicológicos favorables, al acercamiento entre gobernante y gobernado desde estilos descontracturados, o bien al uso de este recurso en la comunicación de políticas públicas.
Las características y usos del humor
El humores resultado de la confluencia de dos matrices de referencia bisociadas lo que distingue entre las rutinas habituales del pensamiento que transcurren en un sólo «plano» y el acto creativo que opera siempre en más de un sólo plano. El primero de estos actos puede calificarse de mentalmente simple, y el segundo de mentalmente doble, un estado transitorio de equilibrio inestable en el que el balance de emoción y pensamiento se ve alterado. Un relato puede estar regido por dos contextos asociativos diferentes y muy contrapuestos, cada uno regido por una situación diferente. Cuanto más contrapuestos y distantes se encuentren, mayor será el efecto humorístico (Koestler, 2002)[2].
Es importante afirmar que el nivel de humor debe ser simple y elemental, no refinado y las claves del humor deben ser fácilmente interpretables (León, 1993: 65-67)[3]. El humor suele apoyarse en el uso de metáforas, refranes y palabras de uso popular ya que permiten la reposición de datos coyunturales por parte de la ciudadanía al tiempo que dan lugar a aventurar a la audiencia en otra lectura posible irreverente de la realidad política y económica (Moglia, 2012)[4].
Los mensajes centrados en el humor tienen una eficacia limitada e influye mucho la credibilidad de la fuente emisora. Su riesgo es que el gag humorístico oculte el verdadero mensaje a transmitir y no produzca recordación de la fuente emisora afectando negativamente la comprensión del mensaje. Es decir que se recuerde el chiste pero no quien lo dijo (Riorda, 2013)[5].
No es lo mismo el uso del humor en la faz electoral que gubernamental. Aunque no de modo excluyente, el uso electoral del humor está asociado al intento de ridiculización y/o estigmatización del adversario por lo que se transforma habitualmente en comunicación de tipo negativa.
Y aunque su uso sea de tipo positivo, el riesgo del humor en campañas electorales es que siempre habilita potencialmente a la réplica del atacado.
Usado en la faz gubernamental, si el gobierno registra altos niveles de consenso, el humor puede aumentar más –o al menos sostener– el nivel de apoyo obtenido (Riorda, 2013)[5]. En gobiernos con niveles bajos de consenso, el uso del humor siempre es un riesgo porque puede ser interpretado como una provocación desde la ciudadanía.
El humor negro
El uso del humor negro depende del nivel de modernización y liberalización de la sociedad receptora. Es importante tener en cuenta lo que se denomina temperamentos nacionales (León, 1993: 65)[3]. Pero en general puede producir un efecto boomerang y volverse en contra. Algunos de los usos de humor negro están registrados en campañas de tipo preventivas para hacer digerible argumentos o efectos que causan molestias o desagrados (Riorda, 2013)[5].
Véase también
- Audiencia
- Campaña negativa
- Comunicación gubernamental
- Credibilidad
- Efecto rebote (boomerang)
- Lenguaje político
- Mensaje
Referencias
- ↑ Jitrik, N. (2006): «Rehabilitación de la Parodia», en Para leer a la Parodia, Cuadernos de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II, FFyL, Buenos Aires: UBA.
- ↑ Koestler, A. (2002). Humor. En Cuadernos de información y comunicación, 189-220.
- ↑ 3,0 3,1 León, J. L. (1993): Persuasión de masas: psicología y efectos de las comunicaciones sociopolíticas y comerciales, Buenos Aires: Ediciones Deusto.
- ↑ Moglia, M. (2012): «La procacidad chistosa de Luis Almirante Brown. Una posible perspectiva de análisis». En Avataresde la comunicación y la cultura, n.º 3: 5-13.
- ↑ 5,0 5,1 5,2 Riorda, M. (2013): «Gobierno bien pero comunico mal: análisis de las rutinas de la comunicación gubernamental» (RCG), en Elizalde, L. y M. Riorda: Comunicación Gubernamental 360, Buenos Aires: La Crujía: 69-97.
Autor de esta voz