Inoculación
El concepto de inoculación en el campo de la comunicación se origina en las teorías psicológicas y se apoya en una analogía biológica. William McGuire acuñó la noción para referirse al modo de ayudar a que una persona se defienda cuando se atacan sus actitudes en el curso de una comunicación persuasiva:
«en la analogía biológica, se vuelve a la persona resistente a algún virus atacante pre-exponiéndola a una dosis debilitada del virus. Esta suave dosis estimula sus defensas de modo que se encontrará en más capacidad de sobreponerse a cualquier ataque viral masivo al que luego se vea expuesta, aunque no debe ser tan fuerte como para que esta pre-exposición cause la enfermedad» (McGuire, 1964: 200)[1].
De ese modo, se persigue promover la resistencia al cambio de las actitudes, adelantando la presentación de contra-argumentos para defender la propia posición, anticipando a la audiencia los posibles ataques que sufrirá un mensaje o un comunicador (García Beaudoux, D’Adamo y Slavinsky, 2005)[2]. La inoculación es, entonces, una táctica de comunicación al servicio de la persuasión, que consiste en anticipar a la audiencia los argumentos que contendrán los posibles mensajes contrarios a lo que una fuente comunicará. Al utilizar esta táctica se espera contrarrestar los efectos de esos mensajes opuestos, en tanto las personas no resultarán sorprendidas por ellos, estarán preparadas para recibirlos y se encontrarán «vacunadas» para que esas nuevas argumentaciones no tengan peso ni modifiquen sus actitudes previas (D’Adamo, García Beaudoux y Freidenberg, 2007)[3].
Cuando es utilizada como táctica en una campaña negativa, la inoculación consiste en adelantarse al ataque de un adversario advirtiendo a la audiencia que en cualquier momento el embate sucederá (García Beaudoux, D’Adamo y Slavinsky, 2011)[4]. Para implementar esta táctica en ese contexto específico, se requiere anticipar al público que los opositores atacarán y, asimismo, brindarle argumentos de apoyo a la posición atacada y/o los contra-argumentos para poder rebatir la información que recibirán de los oponentes, para que de ese modo al momento de recibirla el embate se minimice o se anule (García Beaudoux, D’Adamo y Slavinsky, 2005)[2]. Es una táctica que permite, por ejemplo, preparar a los votantes que favorecen a un candidato para soportar las agresiones y mantener las actitudes positivas hacia él durante y luego de ellas.
En el transcurso de una campaña electoral, la inoculación puede funcionar de tres modos específicos: socavando la potencial influencia de la fuente de los ataques políticos, desviando el contenido concreto del ataque político, o reduciendo la probabilidad de que los ataques influencien la intención de voto del receptor (Pfau y Burgoon, 1988)[5].
Véase también
Referencias
- ↑ McGuire, W. J. (1964): «Inducing resistance to persuasion». En L. Berkowitz (Ed.): Advances in expermental social psychology, vol. I, 191-229, Nueva York: Academic Press.
- ↑ 2,0 2,1 García Beaudoux, V.; D’Adamo, O. y Slavinsky, G. (2005): Comunicación Política y Campañas Electorales. Barcelona: Gedisa
- ↑ D’Adamo, O.; García Beaudoux, V. y Freidenberg, F. (2007): Medios de Comunicación y Opinión Pública. Madrid: McGraw-Hill
- ↑ García Beaudoux, V.; D’Adamo, O. y Slavinsky, G. (2011): Propaganda Gubernamental. Tácticas e Iconografías del Poder. Buenos Aires: La Crujía
- ↑ Pfau, M. y Burgoon, M. (1988): «Inoculation in political campaign communication», Human Communication Research, 15, 91-111.
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