Socialización política

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La noción de socialización política hace referencia a los mecanismos de aprendizaje, adaptación e integración a través de los cuales se dota de cultura política a los individuos de una sociedad. El proceso desde una perspectiva interaccionista se inicia en la infancia de un individuo y se circunscribe a lo largo de toda la vida. Su importancia radica en que las variaciones o diferencias en el proceso de socialización tienen efectos en la participación política. Hyman la define como el aprendizaje de patrones sociales correspondientes a su posición en la sociedad por mediación de las agencias de socialización (1959:25)[1]. Greenstein (1965:10)[2] la caracteriza como el aprendizaje político, formal e informal, deliberado y no planificado, en cada una de las etapas del ciclo de vida que incluye tanto el aprendizaje político explicito como en el no político de actitudes sociales que tienen relevancia política.

El acercamiento al campo se ha realizado desde dos perspectivas complementarias a nivel macro y micro (Shapiro, 2004:2)[3]. Esta doble visión hace que la influencia de la socialización en la formación de actitudes y creencias políticas sea una cuestión polémica. Desde la perspectiva macro, las investigaciones se centran en la transmisión de la comunidad o sociedad de conocimientos, actitudes, normas y valores a sus ciudadanos, residentes o miembros. Desde esta visión las sociedades perpetúan sus tradiciones iniciando a las nuevas generaciones en patrones establecidos de pensamiento y acción, a través del sistema educativo, los medios de comunicación de masas, el lugar de trabajo, la comunidad y las instituciones políticas. Su importancia radica en su papel en la estabilidad y conservación del sistema político. Destacan los trabajos sobre la cultura cívica de Almond y Verba y la Teoría de Sistemas de Easton. Desde una perspectiva micro las investigaciones se centran en el aprendizaje individual, por el que construyen su relación con el contexto político que culmina con la formación de la personalidad política de los individuos. Por lo tanto, una visión integradora como la mantenida por Percheron (1985: 209)[4] que ve en la socialización la existencia de dos fenómenos uno de transmisión y otro de adquisición (propia, por experiencias) se establece como preferible para abordar esta temática.

La mayoría de los trabajos se centran en la socialización política de niños y jóvenes en el seno familiar. Su justificación radica en los principios de estructuración y de primacía. El principio de estructuración considera que lo que se aprende primero configura un marco de referencia que condiciona el aprendizaje posterior (Searing et al. 1973)[5] y conectado con éste el principio de primacía establece que los que se aprende primero se retiene durante más tiempo (Searing et al. 1976)[6]. Ambos principios son difíciles de validar empíricamente, lo que ha provocado el desarrollo de otras perspectivas que enfatizan en el aprendizaje político más reciente.

Los trabajos sobre socialización política se centran en el análisis del grado de estabilidad ideológica a lo largo del ciclo de vida, entre generaciones o bajo los efectos de un período; la relación entre actitudes y participación política; la selección y socialización de las élites; la relación entre los rasgos de personalidad y las orientaciones políticas; iniciación en roles políticos; la influencia de las agencias de socialización en las ideas políticas y comportamiento.

Desarrollo y evolución

Los orígenes de la investigación sobre socialización política pueden remontarse a los primeros estudios estadounidenses sobre la educación cívica, el trabajo de Merrian (1931)[7] se centró en el aprendizaje de la ciudadanía en la infancia como medio para mantener estable el sistema político democrático. Con el desarrollo del behaviorismo el número de investigaciones y trabajos se multiplicó. Destaca a finales de los años 50 la obra de Hyman sobre el aprendizaje político previo a la etapa adulta. Bajo ésta tradición se quiere explicar como se adquieren las normas políticas, las identidades y las orientaciones. Los trabajos incluyen actitudes hacia el sistema político, la confianza en las instituciones, el sentido de la eficacia política, aunque el objetivo principal era explicar el voto. La atención también se centró en el desarrollo de las preferencias partidistas como transferencia de padres a hijos.

A partir de los años 90 encontramos una reducción de los trabajos sobre socialización política y del aumento de las críticas a los trabajos precedentes. Éstas se centran en el papel más limitado que tenían las agencias de socialización y en las metodologías empleadas que se apoyaban en encuestas, técnica que era considerada poco adecuada para medir este complejo fenómeno. En la actualidad se han revitalizado los trabajos. Las investigaciones buscan explicaciones de la falta de interés y compromiso entre los jóvenes, centrándose en los bajos niveles de participación electoral y reexaminando el proceso de aprendizaje político.

Agentes de la socialización politica

Las orientaciones políticas son aprendidas en la interacción con los agentes de socialización. Los agentes trasmiten orientaciones políticas en tres dimensiones: cognitiva, afectiva y del comportamiento.

  • El nivel cognitivo representa el conocimiento y compresión del espacio político.
  • La dimensión afectiva refleja los sentimientos producidos por los símbolos, objetos y personalidades políticas.
  • La tercera dimensión comporta una acción hacia la política que puede ir desde tomar parte activa como abstenerse en un proceso electoral.

Los efectos y la atención recibida por los académicos a los diferentes agentes de socialización ha variado desde los primeros trabajos centrados sobre todo en el papel de la familia, la escuela y el lugar de trabajo a los que se han centrado posteriormente en el rol ejercido por los partidos políticos, sindicatos e iglesia. Éstos han ido perdiendo peso a favor de los grupos de pares o del papel de los medios de comunicación de masas. La unanimidad no es algo característico en los investigadores sobre socialización política, instituyéndose un debate en torno a la influencia relativa de cada uno de estos agentes y de otros que pueden tener influencia, como el contexto que ha pasado más inadvertido (Percheron, 1985: 218)[4].

La familia es considerada el agente primario de socialización debido a su relevancia, ya que inicia al niño desde su nacimiento con altos niveles de confianza y afectividad. Durante los primeros años de vida se adquieren roles y conocimientos por las condiciones de inserción de la familia en la sociedad y por los valores, actitudes y representaciones que los padres comunican a sus hijos. Se consideran agentes secundarios a los que no forman parte del medio familiar directo del individuo y que mantienen con él una relación de diferente índole por un período de tiempo. Los agentes entran en relación con el individuo simultáneamente así por ejemplo durante la niñez la socialización ocurre en interacción con la familia, la institución educativa, los medios de comunicación de masas y el grupo de pares ya sean compañeros o amigos. Algunos de ellos ejercen una triple influencia como la escuela por el contenido de las enseñanzas educativas (que pueden llevar al adoctrinamiento), por la iniciación a ciertas formas de participación y por el aprendizaje de algunos tipos de relaciones de poder (Percheron, 1985: 215)[4].

Orientaciones y cambios en la socialización

Los cambios en las orientaciones y actitudes se deben a las influencias que reciben los individuos y que tienen gran importancia sobre la socialización política, fueron ya puestos de manifiesto por Jennings y Niemi (1975)[8] en un trabajo seminal. Los efectos producidos pueden clasificarse en tres tipos: del ciclo de vida, del efecto generación y del efecto periodo.

En el primer grupo, efectos del ciclo de vida, las investigaciones ponen de manifiesto que ciertos hechos o eventos propios del transcurso de la vida de los individuos como asistir a la universidad, tener un trabajo, casarse, empezar una familia o jubilarse, tienen influencia sobre la socialización política. Este efecto ha sido ampliamente estudiado y documentado en la participación electoral (por ejemplo: Campbell et al. 1960[9]; Milbrath y Goel, 1977[10]). Los efectos generacionales son el segundo grupo identificado y dan origen a generaciones políticas. Éstas se constituyen como un grupo de individuos de similar edad que han compartido un conjunto de experiencias comunes de aprendizaje político. Los trabajos muestran diferencias en las actitudes y forma de entender y actuar en la política y sistema político por el hecho de compartir diferentes experiencias políticas. Las generaciones emergen al compartir ciertos acontecimientos o fenómenos políticos o sociales. Por último encontramos cambios debidos al efecto período que son los producidos por eventos de carácter convulso como pueden ser una crisis económica o una guerra. Estos pueden dar lugar a generaciones ya que estas se forjan en la juventud entre la adolescencia y el principio de la edad adulta. Aunque todos los ciudadanos se sientan influidos por esos fenómenos convulsos a esas edades las orientaciones políticas no están bien definidas y estos jóvenes empiezan a pensar más seriamente en la política.

Véase también

Referencias

  1. Hyman, H. H. (1959): Political socialization. Glengloe, Ill.: Free Press.
  2. Greenstein, F. (1965): Children and politics. New Haven: Yale University Press.
  3. Shapiro, V. (2004): «Not your Parents’ political socialization: Introduction for a New Generation». Annual Review of Political Science, 7: 1-23.
  4. 4,0 4,1 4,2 Percheron, A. (1985): «La socializacion politique, défense et illustration». En Grawiz, M.: Traite de Science Politique, L’action politique, volumen 3: 165-235.
  5. Searing, D.; Schwartz, J. J. and Lind, A. E. (1973): «The structuring principle: attitude change and political socialization». Amercian Political Science Review, 67 (2): 415-432.
  6. Searing, D.; Wright, G. and Rabinowitz, G. (1976): «The primacy principle: attitude change and political socialization». British Journal of Political Science, 6: 83-113.
  7. Merriam, C. E. (1931): The Making of Citizens: A Comparative Study of Methods of Civic Training. Chicago: University of Chicago Press.
  8. Jennings, M. K. y Niemi, R. G. (1975): «Continuity and change in political orientations. A longitudinal study of two generations». The American Political Science Review, 69 (4): 1316-1335.
  9. Campbell, A.; Converse, P.; Miller, W. y Stokes D. (1960): The American Voter. Nueva York: John Wiley and Sons.
  10. Milbrath, L. W. y Goel, M. L. (1977) Political Participation. Chicago: Rand McNally.


Autor de esta voz

Francisco Javier Alarcón González